1 de mayo de 2009

Margaret Atwood, Surfacing.

"Maybe it was true, I leafed through all the men I had known to see whether or not I hated them. But then I realized it wasn´t the men I hated, it was the americans, the human beings, men and women both. They´d had turned against the gods, and it was time for me to choose sides. I wanted there to be a machine that could make them vanish, a button I could press that would evaporate them without disturbing anything else, the way there would be more room for the animals, they would be rescued."

C acaba de llegar de Canadá, ha pasado por aquí de camino a casa. 

Dice que las cataratas son un timo, porque la bruma no deja ver nada. Esto me parece gracioso. ¿Podría denunciarse algo así, como si las cataratas se escaquearan de forma voluntaria? Pienso en Supermán y pienso en el Supermán de Muchachada, mi parte favorita del programa. Y mi parte favorita de la peli, el jovencito mutante huyendo a la cueva de hielo para hablar con un canoso Marlon Brando que invariablamente le contesta: pues hijo, qué quieres, la vida es así, pura kriptonita. Bueno, no sé si mi parte favorita es esa o la de el principio, el bebé Supermán escuchando al Brando. de cualquier forma. C no parece muy impresionada. Aclaremos que es fanática de los espacios abiertos, los bosques tupidos, la nieve y todo eso: lana en cenefas, manoplas, renos. C y su relato del viaje me recuerda Surfacing, de Margaret Atwood. Leí ese libro como un ejercicio de clase en Turku. Lo abro y lo miro por encima, está lleno de subrayados y notas. La primera palabra del libro es un "I", el pronombre de la primera persona singular, y yo ahí puse una nota larguísima que se refiere a "Not named; symbolic of the fact she doesn´t know who she is. Representation of her own insec. about her identity". Jajajaja. Es un libro bueno para releer, que insiste mucho en simbolismos: una chica joven regresa con unos amigos a la isla donde se crió, al norte de Quebec, su padre ha desaparecido. Las memorias acuden a su mente y ella empieza a tener una revelación de quién es, primero de su identidad social como mujer, y luego como ser humano arrojado al mundo natural desde el punto de vista antropológico. Mundo urbano vs mundo natural, destrucción vs creación, anglófonos vs francófonos, Canadá vs Estados Unidos, inocencia vs conocimiento, hombre vs mujer. Y sobre todo, recuerdo el simbolismo del agua. La importancia del algo tan básico, enfrentado a género, edad, familia, estatus, empleo, etnia, nacionalidad. Ambigüedades, ambivalencia, ciertas cuestiones relativas a la identidad femenina, alusiones al recuerdo y el trauma.

Se lo presto a C, aún avergonzándome de las citas. 
Ella lo mete en la maleta y dice: "bueno, alargará un poco mi viaje".

Si queréis leerlo, he visto que Alianza Editorial lo tiene traducido.

26 de abril de 2009

In a coma


tengo que escribir un artículo y como mi mentor está out (de puente) se supone, no he decidido si Coupland, o un par de sugerencias que me hizo, Lorrie Moore o Miranda July. esta me da un poco de tirria, a saber, ese recuerdo subsconsciente de la niña de clase que era rubia, mona, bailarina, gimnasta rítmica y la primera del coro en la actuación del villancico de navidad. !qué digo, primera cantante!, virgencica en el belén viviente. en fin, paranoias fuera. mi estúpida decisión ha sido comprar a saco lo que encontrado de las dos, y enchufarme lo que me faltaba de Coupland. hablo mucho de Coupland pero no le doy. sus personajes siempre tienen visiones del fin de mundo. una bomba nuclear. esclerosis múltiple. un coma. son fatalistas. ¿pero cómo conjuga la "generación x" el milenarismo con todas sus aes? amoralidad, a religiosidad, alegalidad, aresponsabilidad. supongo que es mi problema también. ¿cómo alguien que racionalmente no cree en nada se cuestiona la vida?. la vida del planeta. la vida de nuestros padres. de nuestros hijos. esa expectativa de alguien que cada día mira al horizonte mientras se fuma un cigarrillo en la terraza del trabajo, esperando ver el resplandor y la seta gigante y sentir sus huesos volverse ceniza, pero al que finalmente le ocurre eso: nada.

yo, normalmente, pienso en un montón de cosas. qué pasa por la mente de un pastor. por qué los números de móvil empiezan en 6. arrugas ascendentes o descendentes. si el seguro cubre un ataúd, y cómo es el catálogo. si realmente se ve algo en las cataratas del niágara. cómo serían si fueran al revés (eso sí que sería una atracción mayúscula).

soy incapaz de llegar más allá hoy, pero me lo guardo en la reserva.

19 de abril de 2009

Julián Cañizares (3).


BOSQUES

Los bosques se sustituyen y no pasa nada,

pero sí pasa, y no ocurre sino lo necesario.

El bosque está bien. Lo que viene después

del bosque está bien. Lo de dentro del bosque 

está bien, y lo de fuera del bosque está bien.

Cuando la lucidez llega pronto, uno estalla.

Gusta viajar por ahí, tener amigos y cosas.

Una chica señalando una ruta con árboles,

la carencia de abrazos sin síntomas de dolor,

la peluquería cerrada, la señal de tráfico.

Después del bosque y antes del bosque ríes.

desborda el río a la Tierra, mece el mar solo,

busca la ardilla su solución, muerde el ciclo.

Sustituciones plenamente consagradas, 

imágenes que sustituyen imágenes, bosques

que no figurarán siempre, rutas mediocres.

No pasa nada, pero sí pasa. Somos lo hecho, 

y los bosques están por ahí, como uno mismo.

Julián Cañizares, Sustituir Estar, DVD 2009.

De eso trata esta colección de poemas (ver los dos post anteriores). Podríamos hablar de una escritura – idea, caracteriza por la reflexión, no siempre lógica. Todas las hipótesis que desencadenan los poemas se deben al conflicto que se produce cuando el espíritu choca con la condición de materialidad de la vida, quedando desenmascarado su sinsentido, y apuntando con el dedo así a la gratuidad del arte. A través de sus argumentación y contraargumentación, los poemas se enfrentan a la peculiar situación de destruir el medio por el cual son pensados: el lenguaje. Un empate técnico entre cabeza y corazón. De esta forma, la tensión sin ruptura se constituye como proceso fundamental. Lenguaje como medio y no como fin, poemas que son reflexiones en proceso, inconclusas. Movimiento.

En principio podríamos decir que Cañizares sustituye en esta colección el poema por el poema-idea, y que la intención parece ser la de reemplazar la literatura retiniana y narrativa por la reflexión. Pero no es así. Como en la canción de Astrud, el mismo discurso se descoyunta hacia lo puramente estético, las piezas del discurso se extienden hacia el simbolismo en una especia de violencia racional, en oposición a la violencia física de la poesía descriptiva. Es como si un trascendentalista inglés hubiera caído en el modernismo y nos mostrara el punto intermedio del proceso como obra. Es como si un predicador hubiera encontrado que no hay solución tras la  reflexión más allá del propio proceso de reflexión, y nos hubiera entregado la propia belleza de la indefinición. Es como Gilgamesh cuando hace su camino de ida y vuelta a la tierra de los muertos, y nos trae como trofeo sus delirantes impresiones tras muchos días solitarios escuchando la radio por las autopistas del infierno cósmico. Y todo ello desde un escenario cotidiano, basado en el ready-made, los materiales que uno va encontrando en su ordinario quehacer a través de la cocina, el despacho del instituto, las sábanas. Materiales sencillos; cuestiones universales y cotidianas; desechables; neutros.

Lo que más me gusta de este libro es lo que más me gusta de grupos como Astrud: la creación artística a través de la crítica, pero sin caer en una voluntad anti-artística, sino reconciliando ambas. Su ubicación en una zona intermedia entre el poema y el antipoema, su delicadeza para partir de cierto platonismo, en el sentido de privilegiar la idea en desmedro del objeto, sin caer en lecciones existenciales o morales.

Habría que entender a Gilgamesh, Astrud y Cañizares como la representación de la reflexión sobre un mundo que encuentra su ser en la ruina. Benjamin destacaba la condición mortuoria de la obra de arte: las obras son ruinas, objetos perdidos. No son referentes cerrados. Y eso, hoy, para mí es lo que tiene valor: si el sujeto moderno era un Edipo cuya búsqueda de verdad conducía a la autodestrucción (pongámonos cursis), el sujeto post post post de hoy es un sujeto cuya búsqueda de la verdad tiene sentido sólo como búsqueda, sin finalidad, sin sentido, y acaba siendo una decoración. Si es así, la postpostmodernidad artística produce ya obras, no nuevas, sino deliberadamente arruinadas.

Sustituir Estar pone en evidencia la falsa conciencia que concibe al objeto de arte como una peculiar posesión privada; y no como un objeto del proceso de un esfuerzo intelectual. El sujeto es un enunciador bello e incoherente, y como resultado, los poemas resultan extraordinariamente iluminados. Aunque todos estemos megaencantados con el retorno AfterPop a la figuración y sus rostros cuatricrómicos delineados en negro, no está mal explorar el grado cero en el arte: violar las reglas de la propia disciplina, dudar del objeto mismo. Mi cabeza de perro, al menos, lo agradece plenamente, al final de este largo invierno de crisis. Porque nunca puede acabar el rastreo del Coyote hacia el Correcaminos. Ésa es nuestra naturaleza. Siglo arriba, siglo abajo.

18 de abril de 2009

Julián Cañizares vs Astrud, Astrud vs Gilgamesh (2)

Me estoy aburriendo de leer. He acabado con Jonathan Coe, con Capote, con Auster. Me he dado a Gilgamesh (traducción de Jorge Silva Castillo) y les relato sus aventuras en versión albaceteña a mis compañeros de trabajo. Cada día hacemos un previously y un capítulo. Con casi 5000 años de antigüedad, es un libro muy divertido: dioses y humanos no siempre acaban bien. Dan ganas de hacerse un cómic. Y no sé si es el mal tiempo, pero tengo la sensación de que la literatura de hoy está llena de homenajes apoteósicos, exposiciones, y candidaturas a Ciudad Europea de la Cultura. Es el regreso a la literatura en su forma clásica: aniversarios, centenarios, ajustes de cuentas. El otro extremo, los congresos megapunkis de ultramodernidad y posttodismo empieza a parecerme sospechosos. Me parece algo así como un cóctel de perros, donde la gente va olisqueándose sin el mínimo pudor.  Incluso este blog empieza a parecerme sospechoso.

Veamos: Gilgamesh es un tipo que maneja el cotarro en una de las ciudades entre el Tigris y el Eúfrates. Eran ciudades independientes, ciudades-estado, que se manejaban intercambiándose excedentes y que una vez que les fue lo suficientemente bien empezaron a fostiarse. Gilgamesh es sumerio. Sumerio significa "cabeza negra", como Schwarzkopf (esto lo aprendí en una canción de Feria). Los sumerios creían que habían una especie de parlamento de dioses que decidían todo lo que ocurría por decreto, y que había un infierno, y que todo el mundo iba al infierno una vez palmaba (a no ser que un buen decreto te salvara el culo). Entonces, lógicamente, los tipos-cabeza-negras eran unos fatalistas, dado el pesimismo que les suponía la total intrascendencia del ser humano. Pero Gilgamesh mola porque siendo humano y sabiendo esto, es divertido, se arriesga. Cuando su colega Enkidú se deprime en el aburrimiento de la ciudad, le propone irse de shopping (se calzan 36 kilos de espadas) y en busca del monstruo del bosque de los cedros. Lo que le dice es "¿Quién puede alcanzar el cielo, amigo mío? Sólo los dioses moran en el cielo, eternamente" (tablilla III, col. IV, versos 140-141). Y cuando su amigo muere, Gilgamesh toma aún mayor conciencia de la intrascendencia humana: entonces va al submundo atravesando las agua de la muerte, en busca de la inmortalidad, pero fracasa y tiene que volver a Uruk. Al borde del océano cósmico una tabernera intenta que Gilgamesh tire la toalla:

Gilgamesh, ¿hacia dónde corres?/ la vida que persigues, no la encontrarás./ Cuando los dioses crearon a la humanidad,/ le impusieron la muerte;/ la vida, la retuvieron en sus manos. /!Tú, Gilgamesh, llena tu vientre, día y noche vive alegre;/ haz de cada día un día de fiesta;/ diviértete y baila noche y día!/ Que tus vestidos estén inmaculados, lavada tu cabeza, tú mismo estés siempre bañado./ Mira al niño que te tiene de la mano./ Que tu esposa goce siempre en tu seño./ !Tal es el destino de la humanidad! (fragmento Meissner MVAG 7/1 : VAT 4105, col.iii)

Pero tengo ahí un libro, chicos, que cada vez que me acerco a releer, me da puro miedo. Un libro muy esperado, podríamos decir. Se trata de Sustituir Estar de Julián Cañizares, DVD. Un libro muy delicado, una nueva propuesta que no parece una nueva propuesta, un análisis de los mecanismos y estrategias que posibilitan vivir. La segunda parte habla de cómo la vida es un continuo ejercicio de sustitución, silencioso, con una mareante falta de solidificación y una gran interrogante existencial. Como en la canción de Astrud, el mismo ejercicio de autorreflexión sobre la naturaleza vital es un cadáver, un juego decorativo consciente, una decoración.

Para Ernst Fischer, el ser humano necesita identificarse en función de querer trascender, ya sea con las canciones de Astrud o con Gilgamesh: ser él mismo, pero mejor. Dado que los sumerios que crearon el mito de Gilgamesh no creían más que en un infierno ineludible al final de sus días, su objetivo parece ser el de ayudar a superar a los individuos de Uruk su singularidad, el sinsentido en que se desarrolla la vida mortal frente a la de los dioses. Los sumerios buscaban en el arte elevarse por sobre su realidad y encontrarse con su colectivo: una necesidad ontológica. Llegados al siglo XXI, nos encontramos en un sinsentido parecido o mayor, ya que ni siquiera en el marco de un infierno cobramos sentido: sólo tenemos sentido ante nuestro propio e individual esquema de valores, sin dioses con los que medirnos.

(Continuará)

17 de abril de 2009

Julián Cañizares vs Astrud (1)

El aperitivo. "Miedo a la muerte estilo Imperio", Astrud.

"Esta cosa de cantar canciones/ Así en abstracto,/ Esta alegría fuera de contexto,/ Y que no sepa qué va primero,/ Si la rima o la idea.

De las razones que me das para explicarlo/ Todo al revés/ ninguna es sólida/ Después de que haya puesto/ En marcha los cigüeñales/ De neurótico decorativo/ Que forman parte/ De mi equipamiento de serie.

Miedo a la muerte estilo Imperio/ Depresiones Bidermeier/ Mal rollo Luis XV/ Y mira lo en serio que me lo tomo,/ Y mira el asco que doy/ Cómo se me dispara el factor cursi./ Que me quieras, te digo./ Quisiera resbalar cadena causal abajo/ Hasta, no sé,/ Hasta, no sé,/ El motor inmóvil o el punto omega/ Y dejar de saltar de serie en serie/ Como una paradoja circulante./ (...)/ Hay demasiada cafeína/ en mi torrente sanguíneo/ y una falta de síntesis conectivas/ en mi vida./ Hay demasiada proyección mitopoyética/ Entre las mías y las prestadas".

La voz de esta canción analiza el propio hecho de cantar (o la propia actividad creativa) desde el punto de vista conceptual, y la posibilidad de que la forma predomine sobre el contenido. Ninguna postura crítica parece aclararlo, y dicha autocrítica sólo provoca un metaejercicio estético, una “neurosis decorativa” que se autodefine de modo demasiado grave. La voz de la canción desea recuperar una secuencia lógica que le lleve al inicio del discurso y a una síntesis clarificadora evitando las paradojas, la contradicción y los préstamos. O no.

1 de abril de 2009

Koppelkamm. Ortszeit – Local Time



En lo que va de año han sacado y han guardado ya dos veces la terraza del Goethe, donde todas la mañanas vamos a echarnos un pinchito de tortilla. Siempre hay actividades, pero la verdad es no vamos nada más que por el café. Ahora tienen colgada dentro una exposición interesante, de fotografías de edificios de Alemania del Este en distintos tiempos, tomadas desde exactamente el mismo ángulo. Mola bastante. Es un documento a escala humana de la fisonomía mutante tras el trauma, y cómo esperamos que los objetos daten todo, pero a veces no lo hacen: hay edificios que están mejor, hay edificios que están peor y hay edificios que no han cambiado nada.
No hay elementos humanos, pero sí narrativa, como una pintada de AC/DC sobre la torre vigía en la frontera de la RDA en Park Babelsberg (Postdam) en el 2001. Hay preguntas objetivas, y respuestas claras. La primera serie de fotos está tomada durante la década de los 90, tras la caída del muro y antes de la reunificación el 3 de octubre, y la segunda serie una década después. Los estucos, el ataurique en el yeso, los rótulos pintado a manos, la arquitectura industrial, son la piel del mismo tiempo.

No se olviden de pasar por la cafetería.

31 de marzo de 2009

Nocilla Dream, cerámica deconstruída y casino


Cuando iba a casa de mis amigas sus mamás tenían armarios acristalados en el salón, con figuras de cerámica dentro. Pastorcillas suizas, perros dálmatas, palomas de la paz, saleros con la forma de determinada montaña. Gallinas autobuses frutos Torres Eiffel. En mi casa no había nada parecido, a un ser por un breve período tras la Navidad, cuando mi propia madre recibía fruteros de colores y pastilleros esmaltados. Las mamás mismas eran distintas, con mechas y collares larguísimos de perlas a los que apetecía largar un bocao. Pero la cerámica ya no es cerámica. He tenido que ir a ver La Terraza del Casino de Madrid para un curro, y me encuentro con que Jaime Hayón ha rehecho de la Terraza el patio de recreo de un niño loco, exclusivamente en bicolor: en él, bajo grandes arañas de metacrilato, vuelvo a encontrarme aquellas figuritas de la vitrina intocable, pero desfiguradas, asimétricas, inquietantes. Payasos blancos o negros destilados por el gusto sádico de quien lucha contra la costumbre visual de los objetos prácticos. Metaestética, robo, secuestro y desarticulación. Me informo y veo que otros artistas andan en lo mismo, en la cerámica deconstruída de tintes negros. Caballos de dos cabezas observados por niñitos de Barnaby Barford, tetrabricks de leche possoviéticos de Maxim Velcosky y discordancias en un Lladró que intenta rebajar la edad de su público objetivo desesperadamente contratando a Bodo Sperlein para diseñar pimenteros con fragmentadas cabezas de gallo.

La novela es una cerámica que no se crea ni se destruye, sólo se transforma.

Tengamos sentido del humor. Ante la remezcla (de una canción, de un filme), una reacción hostil siempre empobrece el objeto. Está bien el nombre de Nocilla para esta nueva generación. La mejor manera que encuentro últimamente para ilustrar la disposición arquitectónica del mundo, su caos, es a través de un análisis de la forma-contenido. ¿No era Bajtin el que decía que el único centro evaluativo posible de toda la contemplación estética caótica que es la vida es el limitado ser?. Leer es hoy una relación sujeto-sujeto. Señores lectores, se espera mucho de su parte. Y déjenme que apunte algo: a lo mejor no importa quién escribe todos esos fragmentos incluidos en el Nocilla Dream o en el Nocilla Experience, ni siquiera importa si los ha organizado Mallo, al igual que los ceramistas citados toman, rompen y recomponen sus piezas. Ya sólo queda la posición del sujeto estético, y da igual que éste sea autor o contemplador. Empatía y distanciamiento, es la fórmula. La empatía de tantos sándwiches en la merienda, la extrañeza de su lejanía en el tiempo. Y en esa tensión puede estar la pregnancia, la consumación estética de la propuesta, en la afirmación y la formación de unos pedacitos encolados mediante empatía.

Yo miraba desde La Terraza del Casino hacia los aúrigas de la Calle Alcalá, con mi segundo Dry Martini en la mano, a las doce de la mañana, y pensaba en cómo todo ese enorme espacio posmoderno, como un ajedrez onírico, es una remezcla del pasado rancio del propio Casino. Su particularidad es que, al romperlo y reconstruirlo, transfiere esa realidad a otro plano valorativo, a una unidad nueva, pero sin anular lo conocido y valorado: las arañas de cristal, las chaise longues. Como dice Astrud: todo es lounge, todo es lounge, todo es lounge. Menos mi vida, mi vida es más bien Lynch.

19 de marzo de 2009

José Daniel Espejo. Día del padre.

Trabajaron./ Estuvieron cansados./ Agrandaron minas agotándolas y jamás/ se enorgullecieron de eso./ Se casaron y amaron a personas de forma/ muy parecida al modo en que los árboles/crecen/ y encendieron cigarrillos mientras el mundo/ se derrumbaba frente a ellos./ No estoy aquí para decir que la vida/ no los trató con justicia./ Sólo sé/ reconozco/ acepto. Mi carne,/ mi familia.
Jose Daniel Espejo, Los placeres de la metereología.


Hoy es
Un día raro.
Tengo ganas de escribir
pero he olvidado
cómo se empieza.

Saco las antiguas Sibila
números atrasados

diferencias en el gramaje que delatan un colapso.

Escribo dos post, bebo martinis
y me fumo los cigarros
que has dejado 
en línea sobre la mesa al ir al trabajo.

Hoy es fiesta.

Gilgamesh, Virginia, al final cojo a José Daniel Espejo.

Apago el móvil. Es demasiado de día. Leo en la cama.

Últimamente pasa algo raro con mi cerebro, algo a lo que no me tiene acostumbrado.
Corrijo mentalmente las sílabas de lo que oigo.
Lo hago en los anuncios las películas el telediario.
La gente habla y yo le miro los labios y pienso
- qué lástima, esta palabra lo habría cerrado.
Lo traduzco, incluso, si creo que eso mejora algo.
Estábamos sentados en la cocina y ella recogía los platos
(recuerdo esto mientras el vecino sigue practicando con el bajo).
Él contó que su padre comerciaba con grano.
Compraba a los agricultores, almacenaba,
Revendía a los colmados.
Le colocaron una partida húmeda
y él y sus hermanos se pasaron días dándole vueltas, aireándolo,
pero estaba estropeado. El comprador no quiso el grano.
El vendedor dijo a su padre que no se hacía cargo.
Lo metieron en la cárcel, y enfermó del hígado.
Escribía cartas: Paca, mira lo que nos ha pasado,
gente que no ha hecho nunca ningún daño.
Coge un cigarro y sigue hablando. El vendedor era el cabrón ése de Lodares,
el del famoso pasaje, mi lugar favorito de la ciudad
durante todos estos años.
Él sabía que el grano estaba pasado.

Su padre murió en Jaén, encerrado,
cuando él tenía 13 años.

A la última calada añade: una vez, cuando trabajaba en la Caja,
el hijo Lodares vino a mí
(hijo contra hijo, ahora)
no podía con los créditos, estaba endeudado.
No puedo hacer más por ti de lo que está estimado:
Papeles y burocracia.

El hombre que hablaba es mi padre.
El hombre del que habla mi padre, es su padre.
Soy la sangre de la sangre
del hombre del que él, en 31 años, nunca me había hablado.

Su nombre no ha sido mencionado.

The Reader.

La vida es un cristal que se va quebrando sin ruido. Una telaraña que va conquistando sus milímetros. Intercambios, de principiante a adulto, de adulto a principiante. Somos los mismos individuos en un juego de reflejos, la misma persona enfrentada a sí misma, con distintos años, en distintos bandos. Somos los asesinos que aman el baño, o la ropa limpia. Me hace pensar en lo afortunado que es alguien que puede leer. El amor por la palabra, por el relato último. Las historias nos cruzan y nos cosen, y sin embargo nosotros dejamos de responder con los años, rompiendo el tejido. En la juventud surgen nuevos órganos, nuevas capacidades sensibles que nos crecen y acabamos por lucir sin fuerzas, trabajosamente. Renunciando a ellas. Libros, palabras, como hojas de otoño. Siempre fríos, siempre de perfil.
Cómo todo es memoria, y no todas la deudas pueden ser saldadas.
Tómala y continúa. Sigue y date la vuelta, como si nada de antes respirara, como si estuviéramos aún en la recámara y a la vez, velando las armas. Nada recuerdas pero todo es vigilia, informativos nocturnos, recuerdos mudos. Manos, llaves y el viento de noche atravesando Malasaña. Sin fuerza una y otra y otra y otra, hasta estar de vuelta, tejiendo. Solos y jadeantes.

14 de marzo de 2009

Orlando, ¿quién teme a Virginia Woolf? 1928-1992

En el año 1992, L trajo a clase una cinta de vídeo en la que, escrito con Edding, ponía Orlando. Jimmy Sommerville salía cantando. Ahora releo. Las cosas fluctúan. Los días traen nuevas ideas, como las olas que el surfista calibra desde la orilla, monta o deja pasar de largo hasta que rompen. He dirigido ejércitos, he sido el último soldado. He sido mujer, he sido hombre. Los días varían, se convierten en siglos, mi corazón se tapiza en William Morris, mi mente pasea por el Imperio Turco. Veo y es lo mismo que pensar lo que miro. Agua, brillo, invento. Yo sí puedo decir que he vivido. Soy la princesa Sasha, soy el explorador Shelmerdine soy un noble soy un viajero soy un escritor de la crónica. Me duermo amanezco doy a luz: es niña. No sólo lo almodovariano es transgenérico. Los romances son un agua que desciende y sobresale. Correr tras el suelo que piso, cuál es mi viaje si soy yo mismo el que dice, el que ve y el que nombra. De Ariosto a Tilda Swinton en armadura. El tiempo es un truco. A critic´s holiday. The Great Frost, un invierno especialmente duro. Yo sí necesito 7 días de sueño.

28 de febrero de 2009

Versátiles 2009

Cuando llega el buen tiempo, ocurren dos cosas: el Primavera Sound y el Versátil.es. Otro año más, el acontecimiento literario del año tendrá lugar en la Universidad de Valladolid. Un cartelazo que no se lo salta un gitano, exposiciones, talleres y hasta un concierto de Nacho Vegas, así que ahí se queden los modernis con sus acoples de My Bloody Valentine . Afortunada de mí, estaré los tres días, impartiendo el taller sobre Literatura y Nuevas Tecnologías (nuevas para nosotros, para vosotros que nacisteis en el 85 no sé si tanto). Espero que asistáis los que podáis. Más información en su página oficial, creada por bydiox.

27 de febrero de 2009

Previously. On. Lost.



Como Matt Sarracen mordiendo lo que sea que llevan en el casco, fallando en el último minuto del partido. Como Peggy a las dos de la mañana en la agencia, escribiendo un mal copy para unas barras de labios. Como Locke en el foso de los Otros, perdiendo la fe y la última batalla. Como una nueva becaria en un despacho de abogados, acosada por una Glenn Close muy bien maquillada. Como el primo tonto del clan de los Soprano. Como Jemaine tirando su horrible retrato a la basura de China Town, o Bret vendiendo el bajo. Como Stringer Bell atrapado en el tráfico de drogas portuario del sindicato polaco. Como Claire atacada por sus panties en una triste oficina, después de su graduado en Bellas Artes. Como House, cojo y malencarado, un lunes a primera hora, al entrar en el ambulatorio. Como Bree preparando la perfecta tarta al limón con nata. 
Como si no consiguiera salir, a pesar de llevar el mapa tatuado.

19 de febrero de 2009

Cabeza peinada vs. Cabeza de perro (Herman Düne)

Herman Düne

"HAZ SONAR LAS CAMPANAS/ QUE AÚN PUEDAN REPICAR"

(Anthem, Leonard Cohen)

Conocí a los hermanos Herman Düne hace dos años, en el área de servicio 175 de la A3. Una de esas cafeterías horribles de carretera de las que todo el mundo está deseando escapar. Yo tenía media hora antes de volver al autobús así que me hago con dos latas de cerveza del buffet y me siento a fumar y a esperar. Junto a mí dos tipos que visten trajes baratos sacados de otra década beben por turnos de una botella de Rioja, hablan animadamente en inglés y se echan hacia atrás, como apurando toda la comodidad que les ofrecen los taburetes de plástico que ocupan. Incluso dan la impresión de encontrarse en un lugar donde uno pudiese sentir algo cálido y reconfortante. Cuando me invitan con un gesto a sentarme con ellos, veo que aún hay media botella sobre la mesa y por supuesto acepto. Así que estoy en un área de restauración rápida en mitad de la provincia de Cuenca bebiendo vino a morro con dos tipos con pinta de haber sido recientemente teletransportados desde Arkansas. Resulta que mis amigos son hermanos, en realidad una banda francesa en gira, me cuentan en un perfecto inglés. Hacemos folk, bueno, folk-soul, de estética lo-fi, dice Néman Herman Düne, el más joven. ¡Néman! No le hagas caso, interrumpe David-Ivar Herman Düne, hacemos anti-folk. En realidad nuestro sonido tiene raíces folk aunque tendemos a sonar mucho más escépticos. Quiero decir que mantenemos una mirada mucho más irónica, somos en ese sentido algo así como postistas. No queremos lo mismo que nuestros padres, cambiar el mundo, pulir la verdad, subir por la pared. Nuestra ingenuidad es probablemente posada. Sé razonable, Néman, a Dylan le pareceríamos unos retrasados mentales. Yo por mi parte trataba de concentrarme en acaparar el Rioja, que era bastante malo, y en calcular si eso más las dos cervezas sería suficiente para tres horas más de autobús. En aquel momento era imposible saberlo pero la nevada más intensa del invierno estaba a punto de comenzar.

El pasado 11 de febrero Herman Dune actuaron en la sala Heineken de Madrid, en un concierto de dos horas en el que sus canciones giraron alrededor de un pop naif en verdad difícil de etiquetar (folk, alt-country, hippie, más o menos servirían para hacerse una idea). Su actitud y su sonido desprenden una mezcla de sencillez, alegría y belleza de la que resulta difícil desconectar.

Este texto pertenece a un blog que os recomiendo encarecidamente, de Luis Alfaro, que se llama El porqué de mis peinados. Yo quería escribir algo sobre ese concierto, pero Ele lo ha hecho mucho mejor. Volveré pronto.

8 de febrero de 2009

Cristina Rosenvinge, Joy Slava, Madrid

En 1988 mi padre nos llévó a la Disquería del nuevo Centro Comercial Val General. Los informativos hablaban sin parar de un nuevo soporte para música, el Compact Disc. Los reyes nos habían dejado a M y a mí una minicadena SONY con reproductor, y mi padre quería que cada uno de los 4 hermanos eligiéramos un álbum, para regalárnoslo. Mi hermano pasó del asunto, probablemente era demasiado pequeño, o quizá sea que mi a hermano nunca le ha interesado mucho el tema. Pondría la mano en el fuego a que nunca ha comprado un CD. A mí de todo esto me queda el recuerdo de la decepción, como un sabor metálico, porque todos esos arcoiris de láser que aparecían en los carteles y la televisión anunciando el perfecto CD eran una magia que quedaba oculta dentro de los aparatos. Compramos uno de Sergio Dalma, el de Descanso Dominical y el de Álex y Christina. Probablemente falta alguno, porque C era mayor y ya tenía discos de vinilo propios. Ellasee había comprado un equipo de sonido con 12 años, y le gustaba el Joshua Tree, Bonny Tyler, Mike Oldfield.
De aquella época le queda a Cristina la H de su nombre, y la actitud aniñada e impostada que aún usa para presentar sus canciones. Anoche, en la Joy, dio un magnífico concierto en el que la mayoría de los temas procedían de Tu labio Superior, aunque también tiró de temas de álbumes tan antiguos como Que me parta un rayo o Mi pequeño animal. Con medias blancas (algo que nadie debería intentar fuera del Ballet de San Petersburgo) y al frente de músicos legendarios (Steve Shelley de Sonic Youth, Chris Brokaw de Come, Jeremy Wilms y el usual Charly Bautista) disfrutamos de arreglos excelentes elevando los sonidos litúrgicos de Foreign Land a un rock sucio y radical. 
Los álbumes más destacables y originales son los fríos: Frozen Pool, Foreign Land, Continental 62. Los contenidos. Los que revisitan una infancia decepcionada y claustrofóbica y se abstraen del contexto cultural canalla de Madrid. Lo reconozco, me inclino por la continencia emocional. Porque Cristina sigue representando a las musas melancólicas de los libros de Loriga (T en Lo Peor de Todo), las extranjeras de pasado sospechoso (Lotte en Trífero) o las compañía dañinas de las que uno no se puede separar (Tokio ya no nos quiere). 
Aún con medias (dios mío) blancas.

6 de febrero de 2009

Nacho Vegas II: Lucas 15



Os dejo este texto del myspace sobre Lucas 15, un grupo que me parece una opción muy interesante y rica:

"Hace ya tiempo, un proyecto que rondaba la cabeza de Xel Pereda y que hoy es por fin una realidad. La idea era hurgar en el cancionero tradicional asturiano -tan vasto y sin embargo tan ignorado por gran parte de la comunidad rock y pop en Asturias-, reinventarlo y actualizarlo, hacer con él un disco de rock, en definitiva. Si el folk anglosajón es una de las principales influencias del rock y el pop desde sus inicios, ¿por qué no podía ser el folk asturiano un punto de partida excelente? Lo mismo que Nick Cave había hecho en su Murder Ballads, The Pogues en tantos momentos o Tom Waits en su reciente Orphans, echando mano de la tradición americana, irlandesa o celta, se podía hacer en Asturias con su propia tradición musical popular. Nacho Vegas pensaba de la misma manera, y de hecho en sus discos había ido dejando algunas muestras de ello, pero le apetecía hacer una incursión más profunda en el cancionero asturiano, así que cuando Xel y él se encontraron algo se iluminó y empezaron a trabajar en esa dirección. Xel hizo una selección de más de sesenta temas de los que escogieron una docena que Nacho y él iban adaptando y llevando a su terreno, siempre respetando la esencia de música y letras. Fue sólo el primer paso. Se formó una banda con músicos asturianos de primera fila que se emocionaron con el proyecto y enseguida se involucraron tanto en el plano estrictamente musical como en el emocional. Chus Naves al piano y órganos, Luis Rodríguez en el bajo, Manu Molina en la batería... Xel y Nacho cantan y se ocupan de las guitarras. El repertorio incluye romances tradicionales, añadas (canciones de cuna), villancicos o cantares de ciego, y cuando se reúne la banda al completo se produce una química especial que hace que las canciones cobren vida, propiciando un mosaico de sensaciones que pasan por la ternura (“Con tomillo y romero (añada)”, el amor fatal (“Romance de la polesina”) o incluso la violencia (“El Sacaúntos de Allariz”). En otoño de 2006 comienza la grabación que, comandada por Xel, se prolonga hasta el presente año y acaba dando lugar al álbum de debut de Lucas 15. Una grabación orgánica y urgente, con colaboraciones puntuales entre las que destacan el coro “Voces de Cimadevilla” interpretando unos particulares arreglos vocales.
Lucas 15 publicarán su álbum homónimo en enero de 2008, y desde febrero se les podrá ver en directo en lo que será una mini gira de presentación en recintos adecuados que permitan a su puesta de largo en directo tener toda la energía, y a la vez toda la fragilidad que destilan los temas en el disco. Lucas 15 son, sin duda, la verdadera trama asturiana."

5 de febrero de 2009

Nacho Vegas

Acabo de llegar a casa. Hace un frío como chinche en yugular. Magnífico concierto de Nacho Vegas en la Joy. El mejor de los que he visto. Romanticismo. Folk alternativo. Estética victoriana (muerte Estilo Imperio). Exaltación de lo emotivo y exaltación del tedio que provoca la exaltación de lo emotivo. ¿Autóctono? La majestuosidad de lo bíblico y un poco de sangre para la audiencia. Cruce de referencias con Cristina a través de elipsis. Mejor con un poco de humor, como en El Hombre que casi conoció a Michi Panero o Martini y Sexo Anal, donde consigue evitar esa oscura tendencia a forzar lo siniestro que puede acercarse peligrosamente a HIM y sus fantasmagorías afectadas. ¿Influencia de la base cultural asturiana en su gusto por la fábula? Circo, carnaval, cabaret. Ha cerrado con mi tema favorito: Nuevos planes, idénticas estrategias. Como la vida misma: cómo confiar en la energía nuclear después de lo de Chernobil. 


Y sin embargo, inevitablemente, mañana será otro día.



17 de enero de 2009

Axl Rose vs Guns ´n Roses


Unos catorce años después de ser anunciado por Axl ha salido a la venta Chinese Democracy, bajo la marca Guns n´ Roses, adquirida por el cantante tras la ruptura del grupo. El retraso permanente y su anuncio año tras año en las entrevistas hizo que la bebida Dr. Pepper apostase a que ese disco jamás vería la luz. Que hubiese sido lo mejor. Porque querido Axl, no te has dado cuenta de que desde 1995 NO EXISTEN LOS SOLOS DE GUITARRA. Reconozco haber sido fan. Reconozco que a la chicas de instituto nos gustaba Bonal porque tenía una camiseta del Appetitte, o Alfaro porque caminaba igual. Yo acumulaba con orgullo todo tipo de merchandising, y lloré cuando se suspendió vuestro concierto del 93. He pasado horas pintado a plumilla los postres de la Kerrang. He comprado vinilos vuestros, y me gustaba especialmente aquella foto de la época del vídeo Welcome to the Jungle que venía en el interior del Lies, con el pelo cardado. Porque eso eráis. Eso eras, Axl. Ya pasados de moda en los 90, pero dentro del discurso de la ferviente y apasionada ebullición de un niño paleto que cae en Los Ángeles para buscarse la vida. Empleabais parte de vuestra energía en generar microdebates facilones sobre la Guerra Civil, la libertad de prensa, la inmigración, la prostitución o las drogas. Actualizasteis un discurso de rocanroleros, de orientación catártica, que calmó a los niños disfuncionales antes de que Kurt Co os jodiera el invento y diese con la interpretación de esa angst de los consumidores púberes. No era rabia, era aburrimiento. Pero chico, imitar los fundamentos epistemológicos y los recursos que usaste entonces no tiene sentido ahora. A cierta edad uno no debería pretender dotar a la sociedad pangeica de un sistema de pensamiento rebelde que apele a viejas y manidas quejas metasociales. Si yo hubiera sido tu consultora habría encajado mejor esto: nadie quiere un ex-cantante de éxito imitándose a sí mismo, porque la gente que entonces te escuchaba son ahora pequeños mileuristas que sobrevivieron a la desidia del grunge, que ya no se casan con ninguna tribu musical, sino que combinan y conocen mucha música en sus pequeños ipods, sin complejos. Todos nosotros habríamos querido oírte sincero, como vieja diva, hablando de lo solo que te sientes en tu mansión, de cómo has engordado, de qué canales de teletienda prefieres, etc. No es correcto que te autodefinas de modo mítico, ni que verbalices un falso diálogo yo-tú para establecer reproches como “yo sé que tengo una luz, tú me maltrataste”. Este intento de hablar de ti mismo desde la otredad no es más que una escenificación de tu hiperbólica vanidad: te has olvidado de ese chico que bajaba en la parada de autobús de la gran ciudad con un palillo en la boca. El gran adversario para ti siempre ha sido este momento de indiferencia occidental, esta fase de inapetencia, de síntesis displicente tras el idealismo neutralizador de la otredad que conlleva la interiorización de Hegel. Has olvidado la interacción entre mundo y mente. Este álbum parece sólo un producto mente-mente. Sigues cantando sobre Stephanie Seymour, aunque os divorciasteis hace más de diez años, copias continuamente November Rain o te tiras por el victimismo de This is love en un tema que está entre un número de Liza Minnelli, el fin de una peli de Walt Disney y la banda sonora de Jesucristo Superstar. Hasta incluyes una canción titulada El Guardián entre el Centeno. Wo. Hace años pensé que algo debía de contener ese libro para que todos aquellos francotiradores (el de Kennedy, el de Warhol, el del papa, Charles Manson) lo citasen como libro favorito. Hoy sé que es, simplemente, un libro obligado en la docencia escolar en Estados Unidos.

En la construcción de esa totalidad que llamamos “texto”, que relata la relación entre el personaje y el héroe, has fallado al elegirte a ti como sujeto. Lo estético es también el sentimiento de quien recibe la obra fuera del dominio artístico, el sentimiento que finaliza una acción. Y no hay nadie que pueda contemplarte ahora, imitándote a ti mismo, que signifique el suceso de este álbum.

11 de enero de 2009

New Order



Hoy no he tenido un día tan bueno. No me apetece hablar de este disco. No me apetece que mañana sea lunes. No me apetece cenar. Sería un buen momento para poner este disco. Pegadizo. Popero. Unidimensional, lejos de lamentos, como el final de un día de verano. Un álbum de mañanas. Para poner un pie detrás de otro, detrás de otro. Sin fantasmas. Plano y austero, sincero. Sin riesgo, sin probabilidades, sin ambigüedad. Mucho bajo, letras fáciles, caída del sol con la piel un poco enrojecida y una sangría en el bar del hotel. 
Todo bien, entonces, para uno de los discos que más he escuchado.
Todo bien, claro, si esto no fuera New Order.
Todo bien, si no fuera como tirar por el retrete las cenizas de Joy Division, el Madchester que no conozco, los acordes de Love will tear us apart y Crystal. Si no se hubieran presentado en el Summercase del 2006 en chándal de tafetán.
Pero eso, ¿a quién puede importarle en el siglo XXI?

9 de enero de 2009

Joy Division vs New Order



Yo nunca he prestado mucha atención a Joy Division, aunque le haya dedicado más de un intento en mi vida, por pura voluntad de reconocimiento. A veces A los ponía en el trabajo, antes de que empeorara su esquizofrenia y empezara a quedarse catatónico e inmóvil durante horas frente a la pantalla o de pie en el pasillo, con la mano en una posición concreta. Entonces nosotros guardábamos las herramientas de miniatura que teníamos para los ordenadores, los cutters. Pero antes de aquello, cuando A estaba bien y se medicaba, y era un compañero cariñoso, inteligente y conversador, nos contaba sus años en la Facultad de Bellas Artes, y reconocía que después de escuchar a Joy Division (y de las setas) se había quedado un poco peor. Y aunque los escucharé muy poco más porque se me hacen espesos, de este documental, proyectado en la pared de casa, me he filtrado muchas cosas en vena para no perderlas. Si eliges Joy Division en lastfm sabrás enseguida que son postpunk, ochenteros, new wave, chicos de finales de los setenta en Manchester. El docu es de esos con entrevistas de bustos parlantes puestos sobre un fondo, comentarios retrospectivos de los protagonistas y sus novias, y hasta ahí todo normal (los componentes, el agente, la novia de Ian, el diseñador), pero el chute viene del material audiovisual del Manchester industrial de los setenta y de las grabaciones amateur de los primeros conciertos que son de una delicadeza hiptónica. Moviéndose entre la una frontera un poco difusa del documental aséptico y el biopic, lo que llama Batjin el discurso ajeno es tratado como materia moldeable, como fenómeno artístico y sociológico surgido entre la transmisión y la recepción, como reconstrucción del propio discurso de Joy Division, y aderezado con un trabajo de grafismo delicadísimo.
Dejando claro mediante las voces de los propios protagonistas que lo que pasó allí era un fenómeno espontáneo y involuntario de arte derivado de la imitación de los Sex Pistols y el contexto, sorprende saber que excepto Ian Curtis, eran todos unos paletos sin interés por la música o la prédica de sus propias letras (que reconocen no haber escuchado hasta años después), empeñados en hacer el mayor ruido posible.
Genial.

Anexo 1
Voloshinov, siguiendo a Batjin, estudió cómo se trasmitía el discurso ajeno. Es interesante observar cómo crece el género del documental, ver esos reportajes de la BBC sobre los grupos muertos, cómo aislan las tendencias, principales y constantes, del la percepción pública del discurso ajeno. Si aceptamos que la acción de citar (entendida en sentido amplio) constituye una de las actividades principales de la vida del lenguaje es bonito analizar cómo se percibe y elabora el discurso de/sobre una entidad (un grupo, un cantante, un actor, un escritor). Las tendencias perceptivas (por ejemplo el grunge) se sedimentan hasta cierto punto y son por tanto reconocibles, reproducibles. Hay un conjunto de ideas, de imágenes, de modos, que pueden re-presentar ese discurso, como se re-presenta una vez y otra una obra de teatro. 
Los documentales establecen modelos estables de transmisión de algo que ha regulado las tendencias, poniéndolas de nuevo en circulación.
Lástima que el del Nevermind de Nirvana para la BBC fuera tal mierda.

Continuará



 
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