27 de mayo de 2008

Tierras Prometidas: Gibellina, Nueva York...

Advertencia: voy añadiendo textos hacia abajo en la misma entrada.


La verdad es que casi no tengo ganas de escribir. Llego a casa pensando en que quizá luego me ponga a trabajar algo, me ducho y me siento en el cuarto desperdigando las antiguas revistas, buscando aquella en la que se relata la historia de Gibellina. Una ciudad futurista que se construyó en Sicilia tras el terremoto del 68. Una ciudad semidestruida y abandonada, como naves de cemento y teoría. En medio de cultivos y campos, una estructura radial que parece imaginada por Chirico duerme sobre el árido suelo, bajo el cruel sol. La Chiesa Madre, basada en el proyecto de cenotafio para Isaac Newton por Étienne-Louis Boullée. Lo busco en el youtube. Aparece un tipo insoportable corriendo por el laberinto mientras se enfoca con la cámara, pero la canción me gusta. El Teatro Popular de Sciacca, como una mole de figuras geométricas y desnudas, brutales. Hay otro un poco mejor: las imágenes tiemblan y se oye el eco, pero el autor tiene un voz tremendamente irritante. Lo veo de nuevo sin sonido. Utopías retrofuturistas. Naves espaciales, cuerpos celestes de hormigón. Hoy el enfermero me decía que qué manía de ver el mundo nos ha entrado. Conos truncados tirados como juguetes de niños locos en la tierra de dédalo tras creta. Hepatitis a, hepatitis b, fiebre tifoidea, meningitis, tétanos. Colosos muertos, pieles de insecto vacías. También hay un chico subiendo a un banco de metal blanco con un monopatín.


Éste lo veo varias veces.

Otro martes.






Anexo 1. De la periferia al ombligo de mundo
Es la escena de inicio de Working Girl, Armas de Mujer. El tema fue creado especialmente para esta película, por Carly Simon, y creo que se llevó lo suyo en los Óscar. Un tema que habla de una nación nueva, una nueva Jerusalén creada por las manos de sus hijos, la jungla de asfalto, mientras el ferry llega a Manhattan repleto de trabajadores tal como los primeros barcos llegaron a colonizar la tierra prometida, ambiciosos e inspirados. Hermandad y euforia, a lo Walt Whitman.
Mi escena favorita de la película: la amiga de Melanie Griffith (Cenicienta ochentera) le pide que deje que fingir que es una alta ejecutiva aludiendo a Into the groove:

- Sabes, a veces, yo por la noche en casa, bailo desnuda en ropa interior, pero eso no me convierte en Madonna, y nunca lo seré.

Temas presentes:
Pasividad vs Proactividad
Oportunidad de trabajo como realización humana vs degradación
Hermandad vs patriarcado
Cenicienta vs yuppie/ Clase trabajadora baja vs clase trabajadora alta
Lección: el agente del conflicto es el agente capaz del cambio




Anexo 2
El Mayflower fue el primer barco de peregrinos que arribó en América. Tras levar anclas dos veces por culpa de la tormenta llegaron a Massachussets. Llamaron a esta tierra Plymouth, como la tierra que acababan de dejar. Su propio puritanismo fue alimentado
por la extrañeza de inmensos bosques impenetrables, y en su mente maniqueísta creó brujerías y demonios para completar su sistema de contrarios. Esta obsesión por la búsqueda de la pureza les llevó a la paranoia religiosa: todo hombre nace en pecado y es su deber examinarse severamente para mantenerlo bajo control. Nathaniel Hawthorne nació unos dos siglos después en esta comunidad y escribió la conocida Letra Escarlata, entre otros. Pero el relato que me viene a la cabeza cuando veo esas imágenes iniciales de Armas de Mujer es El Joven Goodman Brown, con sus nombres alegóricos y su ambiente alucinatorio. En el relato Goodman Brown recorre el bosque y la oscuridad para darse de morros con el Diablo, y el texto se basa en una conversión sobre la que e
xisten dudas de que sea cierta. Finalmente su esposa, Faith, le despierta al mundo que le rodea. Es un poco rígido en su simbolismo, pero un Rip van Winkle más entretenido y oscuro que explora los aspectos sociales del pecado.
Los procesos psicológicos que nos invaden cuando colonizamos, cuando emigramos o somos exiliados, son similares desde el principio de los tiempos. Las opciones extremas son llevarte tu país/identidad contigo, como los puritanos, o integrarte y disolverte por completo. Dada la Historia, no parece posible ninguna de
ellas. Pero algunas personas escriben compulsivamente, como la Tamina de Kundera en El Libro de la Risa y el Olvido, para “rellenar el débil marco de sucesos en una nueva libreta, darle muros, convertirlo en una casa en la que vivir”. Escribir permite un territorio, uno que puedes regular y habitar en lugar de sentirte desplazado. Lo viví por un tiempo en Finlandia, cuando entré en una tienda de segunda mano y pregunté por una vieja máquina de escribir. La tienda era enorme y había muebles, libros y viejos objetos de adorno. El tendero me dio un precio muy bajo, hablaba muy mal inglés y llevaba una gorra de leñador sobre un sucio pelo blanco. Regateamos, pero yo vi que lo absurdo de la diferencia le divertía. Me la llevé en la mano, sin funda, y cuando cerré la puerta tras de mí y sonaron unas campanillas oí que me decía “que Dios te bendiga”.
Que Dios te bendiga.
Algo que echo en falta en la literatura española actual es esa postura de escribir desde un espacio intermedio. En una intersección que permite superposición y desplazamiento de elementos de diferencia, en la que se vive habitando dos mundos, en la que el terreno es movedizo. España aún es España, y a lo máximo que llegamos es a empaparnos de globalización, de referencias cruzadas. Esp
ero llegar a ver una literatura de inmigrantes españoles, algún día. Escritores que pertenecerán a ambos mundos con la maldición de no pertenecer a ninguno. Porque esas zonas marginales desplazan el centro de una nación, de una cultura dominante, y al final es la periferia la que reescribe la historia y la ficción de la ciudad. Como la desgraciada Melanie Griffith consigue desbancar a la dominante Sigourney Weaver, subiendo por la desenfrenada escalera de una multinacional neoyorquina.

Anexo 3. Babylon vs. Jerusalén

Salmos 137

1. Junto a los ríos de Babilonia,/ Allí nos sentábamos, y aun llorábamos,/ Acordándonos de Sion.
2. Sobre los sauces en medio de ella/ Colgamos nuestras arpas.
3. Y los que nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos,/ Y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo:/ Cantadnos algunos de los cánticos de Sion.
4. ¿Cómo cantaremos cántico de Jehová/ En tierra de extraños?
5. Si me olvidare de ti, oh Jerusalén,/ Pierda mi diestra su destreza.
6. Mi lengua se pegue a mi paladar,/ Si de ti no me acordare;/ Si no enalteciere a Jerusalén/ Como preferente asunto de mi alegría.
7. Oh Jehová, recuerda contra los hijos de Edom el día de Jerusalén,/ Cuando decían: Arrasadla, arrasadla / Hasta los cimientos.
8. Hija de Babilonia la desolada,/ Bienaventurado el que te diere el pago/ De lo que tú nos hiciste.
9. Dichoso el que tomare y estrellare tus niños/ Contra la peña.

Keith Battarbee, en su curso, nos recomendó leer Recordando Babilonia, de David Malouf, una novela sobre la brutal colonización de Australia por parte de los europeos. Hizo un dibujito con tiza en la pizarra: los barcos llegaban a la costa Este, y se tardaron siglos en llegar a la parte Oeste porque se debía atravesar el desierto. Como de costumbre, ese libro lo saqué de la biblioteca del departamento. Luego lo devolví, a diferencia de otros ejemplares que aún conservo (como Beautiful Losers), y lo compré.
Como en el caso de los puritanos en Estados Unidos, colonizadores y aborígenes se enfrentan a la otredad y lo incomprensible. Malouf usa una prosa etérea, casi líquida. El título se refiere al salmo 137, cuando los esclavos de Babilonia lamentan haber perdido Sion, su tierra natal, y el texto analiza los procesos del exilio, personificado por un chico que no pertenece a ninguno de los dos grupos sociales.

No recuerdo muy bien los detalles (este libro debe estar en casa de mis padres), pero sí recuerdo una escena particularmente bella: la epifanía de una niña blanca en medio de una imaginaría de sol y abejas atraídas por el olor de su primera menstruación, un ser sacramente protegido por su nueva conexión con la tierra.

Anexo 4. El paleto y la ciudad.



Flight of the conchords es una serie fascinante. No sigue una línea argumental, pero éste es el escenario: dos amigos y compañeros de piso que conforman una banda. Son neozelandeses, malos músicos, y están representados por Murray, un delegado de la Embajada de Nueva Zelanda en Nueva York. Murray es un gilipollas y un perdedor absoluto que malgasta su dinero en el grupo.
Tiene un tipo de humor que retoma la tradición del vodevil de caricaturizar los modos y acentos del inmigrante (como Primos lejanos o Aliens in America), es absurdo y tontín en superficie, pero cada capítulo tiene un discurso conceptual. La narrativa es muy básica a fin de que brillen los temas que se incluyen, y que parodian un estilo musical (new age, hip hop, latino, swing, musical) y a veces temas concretos, como Space Oddity o la banda sonora de Flashdance, abarcando un gran espectro.
El guión ridiculiza a unos emigrantes de un país lo suficientemente desconocido, Nueva Zelanda, a fin de reírse de una figura: el paleto.
Decíamos que la inmigración es una disrupción que afecta a la identidad y al lenguaje. Tus camisetas de animalitos no casan con la gran ciudad. Pero al mismo tiempo esas corrientes migratorias que han tenido lugar desde los antiguos países colonizados a occidente, han forzado a estos a repensar su conciencia nacional. Ese cuestionamiento plantea el cambio.
Ese fenómeno de traducir referencias musicales, de imitarlas, esa hibridez, es el resultado de una emigración que busca asimilar la identidad a la que llega pero también afectarla. Exponer la identidad "paleta" y mezclarla con lo establecido por el imaginario supone transformación y trangresión, tal como su manera de pronunciar las "es" por "íes" reforma los modos de pronunciación del país.
Como La Hora Chanante o Muchachada Nui, que superpone vocablos albaceteños al habla de personajes populares como Tita Cervera, supone construir un discurso alternativo al dominante a través de la apropiación y reescritura de la cultura establecida.
No todo va a ser Londres o Madrid.

21 de mayo de 2008

Muñoz Molina, Easton Ellis, Aldo Nove



Disfruto con la lectura sencilla de El Viento de la Luna como uno disfruta del pan. He llegado cansada, incapaz de localizar cuál de los astronautas americanos que llegaron al satélite pinta esos cuadros al óleo tan extraños, relamidos y espaciales, peleándose entre el arcaicismo del pincel y el futurismo de sus recuerdos.Hace muchos años que no leía a Muñoz Molina. Desde El Jinete Polaco, o El Invierno en Lisboa, ambas buenas novelas. Había disfrutado con ellos, pero poco después me desencontré con su prosa pausada, inteligente.
De nuevo narra un niño, de un pueblo español a finales de los setenta. Comparto, y eso es reconfortante, las pequeñas expresiones familiares, los nombres de los árboles y los utensilios del campo. En la mente de este adolescente en plena efervescencia púber, la llegada a la Luna es la gran parábola de su momento vital, donde el futuro es tan brillante como irreal. El chico vive entre estos dos planos contrarios, la imaginación y lo tangible, el universo espacial y el bancal. Igual que en los cuadros de aquel astronauta, un futuro de ciencia ficción contrasta con un pasado visto a través de la nostalgia.Muñoz Molina esboza cómo eran las escuelas religiosas, donde la religión no era neutra. Ni una abstracción. Se suceden los pasajes en que el cura intenta captar al protagonista y este intuye en sí un rechazo casi físico, una retracción. La religión de entonces aparece bocetada por el joven “cura enrollado”, a lo profesor en El Club de los Poetas Muertos, como ambiguo aliado y a la vez juez de estos adolescentes, ángeles caídos, dentro de la Creación.
 Si el padre Peter afima que el lazo entre los hombres es irrempazable y se llama Amor y que el que ama a Dios será amado a su vez, el protagonista vive sus cambios físicos, excesivos y sin destinatario, con frustración y congoja, intentando defenderse con cientificismo. Y todo ello, en el entorno de una sociedad eminentemente familiar, que tras la guerra se agarra a sus propios roles sociales como a un reparto teatral, a la sombra de las higueras o al calor del brasero, celebrando cosechas y santos, cuya ética se resume en que lo que crea comunidad es bueno; lo que siembra el aislamiento, malo.
Disfruto, sí. Como si mi hubieran regalado un Salinger en español. Un relato de crecimiento a base de apostársela por una identidad aún amorfa y engañosa. Una identidad intransigente con el otro porque, a fin de cuentas, no es capaz de reconocerse en sí mismo, el del acné y las pajas.

Anexo 1. NASA Photo AS16-117-18841
El astronauta Charles Duke tomó esta foto de una foto familiar sobre la superficie de la Luna en su viaje con el Apolo. La polaroid, envuelta en una funda de plástico, fue realizada por Loudy Benjamin y parece que manuscrito en el reverso está "This is the family of Astronaut Duke from Planet Earth. Landed on the Moon, April 1972."
Debajo firmaron su mujer e hijos.Suponemos que sigue allí.


Anexo 2. Arte Galáctico
"¿Quién su artista favorito?
-Claude Monet"
Entrevista a Alan Bean por Ulrich Lotzman y Guillermo Calvo, "El Artista Galáctico" TF, Astros y Artistas, año 2006, Número 8, Madrid. M-47328-2006.
Anexo 3. Lunar Park
Lunar Park, Bret Easton Ellis, trad. de Cruz Rodríguez Juiz, Ed. de Bolsillo, Barcelona 2006.

Bret Easton Ellis inicia esta novela explicando que con 21 años lo petó con Menos que Cero, lo llamaron a millones de entrevistas, estuvo presentando la MTV durante una semana y se casó con una famosa actriz. Como es testimonio común por parte de los famosos, Bret cuenta cómo está intentando reformarse, convertirse en profesor universitario, asistir a terapia y ser un buen padre. Intenta. La ansiedad por el status le persigue. Su mejor novela, American Psycho, le persigue. Y reconoce que su matrimonio es falso y está acabado, que es adicto a los medicamentos, que no puede evitar obsesionarse con las alumnas, que bebe porque no soporta la idiota estandarización de su perfecto barrio residencial ni a su niña vestida de Cher, ni a su hijo con su cuarto infranqueable, decorado como un parque lunar.
Y en el punto de la novela en que ves que está estancado (porque es que te cuenta que está estancado) Bret se aprovecha de la presunción de realidad que ha creado con este rollo autobiográfico: en una fiesta de Halloween aparece Patrick Bateman, el protagonista de American Psycho, figura fundamental en la Literatura fin de siglo. No se debe hacer eso, pero Bret dice: ése es mi problema, lo reconozco, te lo estoy contando. Es que no puedo hacer nada porque el peso del fantasma de Bateman me persigue.

"Ya no le gustaba el escritor porque intentaba seguir un esquema. Seguía un plan. Evaluaba las condiciones climáticas, predecía los acontecimientos. Quería respuestas, necesitaba claridad. Tenía que controlar el mundo.
El escritor anhelaba el caos, el misterio, la muerte, tales eran sus aspiraciones. El impulso al que tendía. El escritor quería explosiones de bombas. El escritor quería una derrota olímpica. El escritor ansiaba el mito y la leyenda y la causalidady las llamas. El escritor quería que Patrick Bateman regresara a nuestras vidas. El escritor confiaba en que el horror de todo ello me electrizara."
(pag 265)


Desprotegido como autor, Easton Ellis acelera la espiral: adolescentes de la edad de su hijo comienzan a desaparecer y muñecos anunciados en televisión cobran vida.
Como en el libro de Muñoz Molina, el hijo se separa del padre. La era de la tecnología global los ha separado con una falla conceptual inquebrantable. Sin embargo, él se siente más identificado que nunca con su hijo, socialmente inadaptado, inmaduro e incomprendido.

“Yo me limité a arrastrar los pies amistosamente por la inmensidad de la habitación y fingir interés por los diversos objetos.
__¿Ocurre algo? –le oí preguntar preocupado-. ¿He hecho algo malo?
__No, no, no, Robby. Claro que no. Estoy admirando la habitación.
__Pero, eh, ¿por qué?
__Tienes… mucha suerte.
__¿Ah, sí?
(…)
me quedé mirando los planetas móviles que colgaban en medio de la habitación, el universo que flotaba bajo el techo acolchado de estrellas. Los satélites en órbita, los cohetes y astronautas, las naves espaciales y rocas lunares Marte y el feroz meteorito con rumbo a la Tierra y la preocupación por los avistamientos extraterrestres y la necesidad de establecer colonias por todo el sistema solar.”
(Pag 120)


Los pasajes poéticos y bellísimos, facturados y embriagadores salpican todo el texto. Da igual el argumento, tampoco fue nunca su fuerte. Es mejor ser consciente, reírse del propio fracaso, rememorar la muerte de tu padre y dejar un mensaje final a tu hijo, para ese día en que te entierre él. Da igual el desastre, las bombas nucleares, las polaroids, las canciones, las montañas tapadas por el reflejo de la cámara y los miedos confirmados que al final saltan de tus propios textos. La vida continúa, de padre a hijo, de hijo a padre.

16 de mayo de 2008

Bukowski, Lorca y Morente. Lo infantil - visionario.


hielo para las águilas
Bukowski

aún recuerdo los caballos
bajo la luna
aún recuerdo dar a los caballos
azúcar
terrones de azúcar blancos
casi como de hielo,
tenían cabezas
como de águila
peladas cabezas que podían morder
y no lo hacían.

los caballos eran más reales
que mi padre
más reales que Dios
y podían haberme pisado
pero no lo hicieron
podían haberme hecho cualquier cosa horrible
pero no lo hicieron.

yo aún tenía 5 años
pero me acuerdo;
dios mío qué fuertes y buenas
aquellas lenguas rojas que babeaban
desde sus almas.

Es cierto lo que conté.
Sabíamos que a mi hermano le gustaban especialmente los animales, desde el momento en que nació. Traía a casa los pájaros heridos, y los cuidaba hasta devolverlos al parque. Había una comunicación en un idioma para el que yo era sorda y muda. Una manera de tocar, qué sé yo, yo no sé de esas cosas. Yo ya estaba en mi primer año en el colegio pero él aún no sabía hablar. Era un niño tranquilo. Pero vio aquel juguete absurdo, Mi Pequeño Pony, en la balda del supermercado, y estuv llorando durante días. Mis padres se extrañaron; no solíamos pedir nada. Yo en realidad entendía que él quería el animal, el concepto, el pony platónico, pero que aún no se sabía la palabra. Mis padres discutieron porque era un juguete de niña, pensaron que ahí residía el magnetismo. Y yo no dije nada. Por eso lo recuerdo.
Y recuerdo que pasaron meses, hasta las Navidades, y el paquete rosa del Pequeño Pony centelleaba en la cesta de los Reyes Magos.

J lo guardó toda su infancia en un lugar de su cuarto.
Ahora es cierto que es veterinario. Especialista en caballos. Nada que ver con la purpurina y aquella cola arcoiris. El día en que asistió el primer parto, callado como es, me llamó a las dos de la mañana. Hacía meses que no hablábamos. Por fin atiendo la vida, dijo. Yo volví a callar. Un caballo es más real que Dios, que una nación, que un padre.
Anexo 1.
II
Poeta en Nueva York, Lorca
Yo.
Con el hueco blanquísimo de un caballo,
crines de ceniza. Plaza pura y doblada.

Yo.
Mi hueco traspasado con las axilas rotas.
Piel seca de uva neutra y amianto de madrugada.
Toda la luz del mundo cabe dentro de un ojo.Canta el gallo y su canto dura más que sus alas.

Yo.
Con el hueco blanquísimo de un caballo.
Rodeado de espectadores que tienen hormigas en las palabras.

En el circo del frío sin perfil mutilado.
Por los capiteles rotos de las mejillas desangradas.
Yo.
Mi hueco sin ti, ciudad, sin tus muertos que comen.Ecuestre por mi vida definitivamente anclada.
Yo.
No hay siglo nuevo ni luz reciente.
Sólo un caballo azul y una madrugada.


Entre otras cosas, me gusta Poeta en Nueva York por sus caballos simbólicos.

Anexo 2. Enrique Morente vs Cohen.
Ya tenemos las entradas para ver a Morente con Lagartija Nick el 21 en La Riviera. Es un concierto parte de la nueva gira Omega, con motivo de la remasterización. No hay nada igual a este disco, lo digo con sinceridad. Una versión jondo-rock de Poeta en Nueva York, de Lorca, que incluye versiones del tema que Cohen realizó sobre el mismo libro: Pequeño Vals Vienés, y una versión de los temas de Cohen Manhattan y Aleluya.
Hace poco publicaron una entrevista en El País, y también podéis descargarlo en su web.

Nuestro profesor de Literatura de COU nos entregó como último poema del curso antes de Selectividad "Fábula y Rueda de los Tres Amigos". Lo hizo como punto final de una sucesión progresiva y lineal de corrientes literarias, y como demostración de que se había llegado al sinsentido, algo incomprensible, opaco. Le recuerdo en el estrado, con el ambiente caluroso y hormonado, enfadado consigo mismo y con sus amarillentas notas en la mano, gritando "un ciervo sueña por el ojo de un caballo... !de un caballo!, ya me diréis qué siginificado tiene".

Anexo 3
Mirad. Y esto también.

Tom Waits vs. Elvis Presley


Fun in Acapulco
Elvis Presley

Acapulco, sleeping in the bay
Acapulco, wake up and greet the day.
Time to tell the guitars and sleepy-eyed stars
to be on their way.
It´s such a beautiful morning, for a holiday.

Hey now come on, you old sleepy head
See the sky turning red, and you´re still in bed.
It´s fun in Acapulco.

Acapulco, look here comes the sun
Acapulco, it´s a day for fun.
I can´t wait till I meet your sweet senoritas
Kiss everyone.

This is no time for siesta, this is time for fun.

Jesus Gonna Be Here
Tom Waits

Well, Jesus will be here
Be here soon
He´s gonna cover us up with leaves
With a blanket from the moon
With a promise and a vow
And a lullaby for my brow
Jesus gonna be here
Be here soon

Well I´m just gonna wait here
I don´t have to shout
I have no reson and
I have no doubt
I´m gonna get myself
Unfurled from this mortal coiled  up world
Because Jesus gonna be here
Be here soon

I got to keep my eyes o
pen
So I can see my Lord
I´m gonna watch the horizon
From a brand new Ford
(...)

El kitsch a la vuelta de la mili. De Memphis a Las Vegas, pasando por Acapulco. Cócteles fluorescentes. Aquel ciclo de películas que pasó Televisión Española a finales de los ochenta. Fun in Acapulco (1963). Trabajador de hotel, cantante de orquesta. El cabecilla de los clavadistas en duelo con el Rey, luchándose el trabajo y la novia, pan y honor.
Tom Waits, Trovador Lumpen. Carnaval calmado. Infancia de lengua española, de frontera entre las dos Californias. Simbolismo y mendicidad. Pobreza y santitos.

Durante el verano de 1991 mi hermana C se fue de viaje con mis primas. Llevaban un viejo coche y dormían en los camping. Comían de latas y cruzaron Francia h
acia Alemania. Mis padres pensaron que yo era quizá muy joven, pero ella tenía 15 años. Quizá simplemente ya eran demasiados. Yo qué sé. Aquel fue un verano muy largo, lleno de pensamientos sobre lo que estarían haciendo, qué cosas verían. C me regaló un CD cuando volvió, morena y triunfal, a finales de Agosto. Tenía dos marcas diagonales de los pechos a los hombros, como un par de cicatrices blancas de su antiguo yo. Era u
n recopilatorio de Elvis. Yo nunca había escuchado a Elvis, pero sí me gustaba ver sus películas, en una especie de afán coleccionista, serial, que me había hecho ver también el ciclo de Sinatra, el de John Wayne, incluso el de la Durcal. Supongo que por eso lo hizo. La que más escuché era el corte 7, Fame and Fortune. Me parecía una metacanción.
En septiembre las compañeras del colegio hicimos la habitual recolecta de dinero para comprarle un regalo a Ch por su cumpleaños. Como siempre, visitamos varias tiendas del Val General, dudamos y discutimos. Le regalamos el mismo disco que yo tenía, pero en vinilo, porque Ch no tenía reproductor. 
A Ch no le gustó nada, lo tenía escrito en la cara cuando deshizo el envoltorio.

Y aún a día de hoy me pregunta por qué demonios lo escogimos.


Anexo 1. Waits vs Calexico

A menudo, como aquí, Tom Waits introduce el folk del suroeste de Estados Unidos y del norte de México en sus canciones. Habla del desierto de Arizona y del norte de México, e incluye instrumentos populares como las trompetas mariachis, o el banjo. Esa es también la postura del grupo Calexico, aunque preservando más puros los ingredientes y con un resultado más indie. Los títulos de sus canciones y discos, a menudo forman parte del mismo campo semántico: la carretera, el lugar de intersección Norte-Sur, la zona crepuscular entre dos lenguas. El álbum The Black Light tiene un desarrollo na
rrativo. Cuenta la historia de un portero de hotel que trabaja en el cementerio y acaba marchándose con el circo. Al igual que en Waits, peleas, mujeres y frontera son motivos fundamentales en él, y entre otros temas aparece el problema de los nativos y la explotación de los recursos naturales. Los géneros se entrecruzan como se entrecruzan las culturas en ese territorio. Porque la frontera es un escenario simbólico para mostrar que los resultados de la modernización han sido burocracia corrupta, opresión y miseria. La frontera es, a un nivel figurativo, un lugar donde fluye el más deseo y sus efectos (los cocktails, la música mariachi, la pelea) que la racionalidad. Un escenario plural, heterogéneo, que no puede ser forzado a tener un significado unitario por una razón totalizadora. Es la frustración gringa que late al fondo de la película de Pr
esley. Así fue representado el Oeste en el spaghetti western, y así es representado México. Waits y Calexico valoran la diferencia, observan los impulsos contrarios, la apertura a lo múltiple e inconmensurable del paisaje. Representan una consciencia de la diferencia e heterogeneidad que critica y desestabiliza el proyecto ilustrado de la Modernidad.

Anexo 2. Richard Ford y México.
Yo siempre recomiendo a Richard Ford, es un valor seguro. Éste libro es del 91. No es de los que volveré a leer, pero eso va en gustos. Un ex combatiente de Vietman cae en Oaxaca para sacar de la cárcel al hermano de su ex novia. Tráfico de drogas, jueces corruptos, lentitud, cloaca bajo el escenario turístico. Descripción de un Barraco cutre, de ataurique barato, como símbolo del engaño. 
Está muy bien como reflexión sobre la marginalidad territorial y personal, pero estereotipa un poco. 
En fin: frontera de la buena, con su libertad arriesgada, su fe y su desprecio característico. 

13 de mayo de 2008

Scarlett Johansson vs Christina Ricci

Anywhere I lay my head
Scarlet Johansson
Atco/Rhino Records


Scarlett en la portada de la Rockdelux. Scarlett cantando con voz de chi
co los bellos temas de Tom Waits. Bowie sonando en los coros de fondo, apenas audible. ¿Es ése Shalman Rushdie oliendo su pelo? Y de nuevo el personaje: chica-perdida-de-camino-ineludible-a-la-madurez. La pérdida de la belleza como el fin del mito. Una Marilyn ahorrándose la muerte. Y entonces me acuerdo de ghost world, otro cliché, y de su personaje antagónico: la-rara-de-la-clase. Morena, con los ojos pintarrajeados y unas prendas incongruentes. Emily the strange. Thora birch. Stockard Channing, "Rizzo", en Grease. Ally Sheedy en Breakfast Club. Christina ricci en La tormenta de hielo, o en Miranda. Incluso en Buffalo 66, malteñid
a.
Sophia Coppola creó una mezcla de estos dos papeles del reparto de la a
dolescencia en Las vírgenes suicidas,  y el mismo perfil de personaje es al que dio vida scarlett en Lost in translation. De hecho, Sophia insistió hace un año o así con su María Antonieta.
La verdad es que yo prefiero blanco y negro. Nada de pelo de dos sabores, como Mónica Naranjo. La naturaleza antisocial de la morena vs la esencia pin up de la rubia, tal como retrata Woody Allen a Johansson en Scoop.

Pero hay algo inquietante en el disco. Lo he escuchado varias veces. Algo al fondo, algo paralelo. El ruido de una feria largo tiempo muerta. Esa niña vestida de princesa cuando sube el sonido de la caja de música. 
Un carnaval amortiguado por el agua.

Una vez me contaron un chiste gracioso. Se abre el telón y aparece una rubia teñida de morena, ¿de qué película se trata?
(vamos, intentadlo)


Anexo 1
He vuelto a ver el vídeo. Es curioso: se trata de Lost in translation, otra vez. Ahora Scarlett hace de Bill Murray. Es la estrella del rodaje de un spot en algún país asiático, Japón tal vez. La maquillan, la graban, la usurpan. Y debajo de todo eso hay un pobre ser humano que lleva ropa vieja y masca chicle, parece querer decir el clip. Que desea alejarse y subir la ventanilla.


Anexo 2
El director japonés le habla del Rat Pack. de Sinatra. Qué buena escena la del padre cantando a Christina Ricci en Buffalo 66.

Anexo 3
Los antihistamínicos me dejan k.o. Miro las pelis del periódico. Pasan American Beauty.
La compañera freak de Scarlett Johansson en Ghost World, Thora Birch, repite papel en esta peli de Sam Mendes. Otra vez cheerleader vs. Emily the Strange.

A menudo recuerdo la escena final de esa bolsa de plástico que vuela y vuela.

10 de mayo de 2008

Travis.


Anexo 1
1972
parís, texas

por qué travis qué hay de esa oscura pregunta.
por qué la casa en ruinas por qué él por qué ella
por qué el verano de mil novecientos setenta y uno
qué tuvo que pasar qué clase de química por qué
la huelga en el sector metalúrgico por qué el atasco
por qué llegaron rendidos y aún así se besaron
como si mi vida les fuera en ello

Pablo García Casado, Las Afueras

Anexo 2
"La Gloria de Dios llamará a mi cuarto, (París, Texas)" Enviada Especial, Mercedes Díaz Villarías.

Anexo 3
¿Sí, señor?
- Menú doble whopper con coca-cola light
- ¿Quiere hacerlo gigante por 50 centavos?
- .... ¿Perdón? Eh.... no, no, está bien, está bien
- Perfecto señor, serán 6,50 señor
- Ss..sí, sí, claro. Aquí tiene.
- Gracias, señor
- ...Disculpa, ¿es ése tu verdadero nombre?
- ¿Perdón?
- Si es ése tu verdadero nombre, el de la chapa, digo.
- Sí, señor.
- ¿Y de qué es la A?
- De Arthur, señor.
- ¿Arthur? ¿Quieres decir que te llamas Arthur Rimbaud?
- Pues sí, señor
- ¿Pero tú sabes quien es Arthur Rimbaud?
- No le entiendo... Yo soy Arthur Rimbaud.... mi padre es Arthur Rimbaud... no sé qué quiere decir.
- Ya, perdona, Rimbaud es un poeta francés muy famoso...
- ¿De veras? No tenía ni idea...
- Pues sí... no tiene importancia... en fin... muchas gracias... por cierto... ¿De dónde eres hijo?
- De París, señor. De París, Texas.

En el blog hoy día apagado de Mariam Shall Die, el administrador subió este texto escrito a partir de una anécdota real de Luis Cauqui, quien se encontró con un camarero llamado Arthur Rimbaud que no sabía quién era Arthur Rimbaud.

Anexo 4












XXIX (ANÓNIMO)
travis esta en la otra habitación
travis está en la otra calle
travis está en el otro futuro
travis está en el otro pretérito imperfecto
travis está en el otro recuerdo de la vida absoluta
travis está en los otros ojos
travis está en la otra chica sentada sobre un taburete de locura
travis está en las otras coordenadas geográficas
travis está en la otra conversación
travis está en el otro encanto
travis está en la otra madre
travis está en el otro ejemplo a una hora de aquí
travis está en las piernas alegres
travis está en la otra locura
travis está en el otro dinero que salva la vida material
travis está en la otra cama con la mujer de sus sueños
travis está en la otra caldera, con los enamorados de la comunicación a mil por hora
travis está en la otra vagina, con los pecadores reiterativos en busca de un semen colectivo
travis está en la otra salida, oyendo a los iluminados morder al velocidad de los acontecimientos
travis está en la otra repetición
travis está en el otro universo conocido
travis está en el otro hermano que ha hablado miles de veces de ti
travis está en la otra idea
travis está en a otra mirada que no piensa
travis está en el otro ticket
travis está en la otra calidad de la leche antes de ser envasada al vacío
travis está en las otras manos
travis está en las otras tijeras
travis está en e otro espejo
travis está en la otra bicicleta
travis está en la otra bofetada
travis está en el otro teléfono
travis está en la otra suspicacia
travis está en la otra manía
travis está en el otro verbo ser
travis está en el otro poema

Julián Cañizares, Travis Poemas

Anexo 5:
Julián Cañizares Mata, Travis Poemas, Vol. XXVII de "Provincia", Colección de Poesía, 1999.

Siempre me ha gustado Travis Poemas, y en general la obra de Julián Cañizares. Me interesa de qué manera hace de sus libros un sistema, una presentación de personajes más que la descripción narrativa de una serie de acciones.
En ellos el argumento no es lo fundamental, sino la misma superficie del lenguaje, maleable y plástico. Importa el personaje que habla, que para mayor interés está oculto, que sospechamos es Travis pero a quien no podemos terminar de identificar por falta de pruebas. Presumiendo que sea Travis quien habla en este libro, es ante todo un personaje, una voz comunicadora de ideas. Fundamentalmente es un arte monológico ya que no es primordial el aspecto argumental en tanto que evolutivo: es decir, los actos de la persona importan en tanto representan una idea. Y este desenvolvimiento progresivo del ser del personaje provoca innovación en la materia técnica: poemas lista, series de imágenes que se contaminan connotativamente, algún leve guiño al simbolismo onírico (en SALIDA), recursos gráficos que entrecortan el discurso, como los paréntesis, y algunos ejemplos de metalenguaje, por ejemplo en POESÍA:

en el mundo de la polipoesía se ha visto que el siglo XXI no está perdido,
la monopoesía se retuerce en el desconsuelo, mientras que la tecnopoesía
investiga nuevos sintetizadores y nuevas estrofas electrónicas de desgarradores tiempos (...)


Julián ya avanzaba antes del año 2000 una poética hoy contemporánea: crisis de la representación mimética, emergencia del personaje novelesco como entidad autónoma y desarrollo de técnicas como el stream of consciousness. Pura estilística de la alteridad (ver poema ALTER): pensamiento dialógico y pluriperspectivista para representar el extrañamiento. El autor parece comunicar: yo siento, pero siento también una identidad no-real, soy capaz de bucear en un hipotético yo, un Travis que simboliza decepción, resignación, intervalo, indefinición. Un Travis de teléfono que comunica, radio en ruido blanco, silencios incómodos, autobuses que no llegan, trenes perdidos. Un Travis maduro y nihilista (en NIHILISMO), que no ve futuro ni en tiempo ni en espacio, consciente de la evolución humana desde la civilización grecolatina a la conquista del espacio, que proclama la inutilidad de la Realidad Absoluta.
La voz de estos poemas hace balanza entre lo aprehensible y lo inaprehensible, como hace Harvey Keitel en Smoke, y no encuentra una respuesta satisfactoria (poema XLI), como parecen expresar los últimos versos:

(…) travis la conversación ha terminado con el auricular vacío del absoluto
travis ha sido un placer hablar contigo.


Anexo 6
Tuve el lujo de ser invitada a participar en el último número de la revista Hache, dirigida por Héctor Castilla y Cristina Morano. En él aparecía un lujo de poema de Julián Cañizares que os recomiendo encarecidamente. Otro día hablaremos del asunto visionario-familiar en la poesía, de momento podéis leerlo en revistahache.blogspot.com.

Cada uno de los números de esta revista de Murcia es un libro, de diseño y producción mimados. Así que tengo ganas de ver el próximo, que para los que puedan permitírselo,
se presenta el 20 de mayo a las 8 en el Museo de la Ciudad de Murcia. En él están anunciados María Rayo, Ana Vidal Egea, Rodolfo Häsler, María Salvador, Raúl Quinto, Luis Bagué, Vicente Luis Mora, Diego Sánchez Aguilar, Aurora Saura, Lorenzo Oliván o Juan Bonilla.


9 de mayo de 2008

Sinatra vs Clooney


ele pide un brownie. yo estoy pendiente del jukebox, como handke, y de la canción, hotel california. siempre ha sido una de mis favoritas. ¿habla de las drogas, o de un concepto más genérico de encierro?
la pantalla de televisión del peggy sue emite una película. no es una televisión realmente antigua, sino una interpretación. en realidad cualquiera puede ver que es un plasma incrustado en un marco de los 8o, más o menos. imitation of life, como dice stipe.
en la película frank sinatra está en las vegas, con unos amigos. actividad vibrante en los casinos, muchas llamadas desde cabinas telefónicas. ele me explica que esos actores, junto a sinatra, conformaban el rat pack. un grupo de artistas consagrados que combinaban monólogos de humor y canciones en sus actuaciones, frecuentemente implicados en escándalos y altercados. entre ellos sammy davis junior, el nombre usado por safran foer para el perro de todo está iluminado.
la película parece una traducción en flashback de ocean´s eleven.
quizá lo sea.
como si hubieran salido por la puerta, y hubieran regresado 40 años atrás.

7 de mayo de 2008

Grass, Dickens, Safran Foer, Faulkner, Ramsland, Haddon.



Hacia los 11 años leí El Tambor de Hojalata. Lo leí completo, fascinada y muy confusa. En él un enfermo mental actúa como narrador de su propia infancia, transcurrida en la Segunda preguerra, Guerra y posguerra Mundial. Dicho narrador superpone capas de memoria imaginativa, y relata desde su voz de niño, interpretando serlo en el acto mismo de relatar.
Este doble punto de vista (enfermo mental/ niño) permite al autor múltiples juegos literarios, y provoca un enganche desconcertante, puesto que a la perspectiva subjetiva de un loco se superpone la infantil, que uno no puede más que aceptar. La articulación de la memoria por parte del narrador es dudosa e incompleta, lo que permite a Günter Grass hablar desde recuerdos que han sido imaginados o cuanto menos, transformados por una percepción carente de los conocimientos adultos. El personaje, como el lenguaje mismo, es maleable y engañoso, pero por otro lado refleja sus respuestas frente a los deseos adultos y las normas sociales. Captamos la época, el escenario, el contexto a través de esa extraña voz. Como demente-fingiéndose-niño el narrador va evolucionando al interiorizar la imagen que recibe de las instituciones, y la entrecruza con toda suerte de información que sitúa al mismo nivel, como por ejemplo la tradición oral. Es una representación de la intrahistoria, un relato evolutivo de cómo la mente comienza a configurarse frente a la otredad hostil.

Un verdadero libro Cabeza de Perro.

En realidad se trata de un recurso frecuente, usado desde por Dickens (Grandes Esperanzas) a Faulkner (El Ruido y la Furia), Safran Foer (Tan Fuerte, Tan Cerca), pasando también por nuestro querido Ramsland (Cabeza de Perro). Un buen ejemplo de este punto de vista de “extrañamiento infantil” sería también el reciente El Curioso Incidente del Perro a Medianoche, de Mark Haddon.
Todos buenos libros, de los que iremos hablando.

5 de mayo de 2008

Günter vs Grass. Normalización y represión.




Hace un par de días, sentados en el jardín, yo leía a Bukowski y N leía a Günter Grass. N estuvo en Nueva York hace poco, de donde me trajo unas láminas de Origami. Me contó que en aquel viaje un compañero de trabajo le había encargado un modelo concreto de calculadora. Consiguió encontrarla en una tienda de judíos, pero poco después se percató de que tras los confusos momentos de preguntas, idas y venidas, pruebas y cambios, le habían cobrado el doble del precio inicialmente establecido. Además, la máquina no funcionaba. Regresó e intentó que le devolvieran el importe. Después de arduas discusiones, sólo le devolvieron una parte y le cobraron las pilas, según él, por un dineral.
El resto del viaje anduvo robando en la mayoría de los establecimientos. Calcetines, camisetas, chapas, papeles de Origami. En el Museo de Arte Moderno de Nueva York hurtó objetos por valor de una cantidad económica desorbitada. Salía caminando con ellos en la mano, o quitaba las alarmas en los lavabos.
Al sentimiento de rabia del timo siguió el de euforia, y tras éste, la culpa. N ideó un plan. Volvió a la tienda del MOMA, compró el libro más caro. Pidió que se lo envolvieran. Y entonces, simuló despistarse y olvidarlo sobre uno de los expositores. Abandonó la tienda sintiendo que su deuda había sido expiada. Con la ciudad, consigo mismo, con el estereotipo internacional del turista español.

La cajera salió tras él cuando cruzó la puerta Se ha dejado esto, Señor.
Uy, gracias, gracias, qué cabeza.

N regresó, y cuando la chica se distrajo lo volvió a abandonar.
La anécdota me hizo gracia; nos hizo pensar en la Gran Culpa de Alemania en este siglo, y allí, bajo los nogales, discutimos sobre lo popular que se ha hecho la teoría del trauma para explicar el arte del XX.
Es curioso que la comunidad mediática internacional juzgase negativamente a Günter Grass por reconocer su participación en la juventudes nazis, tras muchos años callándolo. Probablemente, Grass no previó las consecuencias sino que más bien fue, como todos, arrastrado por la culminación del discurso de la Ilustración.  Lo cual no impide que su compromiso crítico con Alemania sea real. Tras su declaración se le demandó una manifestación pública de arrepentimiento, la cual no se sintió obligado a conceder. Tampoco cayó en explicaciones psicoanalíticas sobre el sentido del deber de un muchacho ante su patria. Grass parecía consciente de la “representación total” que fue el nazismo, y mantuvo una actitud que parecía expresar una idea complicada: que demonizar el recuerdo es también en cierto modo sacralizarlo, puesto que la memoria no es única. No se la debe forzar a una forma unitaria a través de una razón totalizadora. Se trata más bien de una serie de fantasías evocativas y voces simultáneas, una pregunta amorfa y constante.
Al verse coaccionado a una ”confesión”, parece que para Grass la culpa se convirtió en un imperativo de la comunidad.

Me imagino a la dependienta del MOMA quedándose después de su hora de trabajo para arreglar el desfase en las cuentas provocado por el sentimiento de culpa de N, dando explicaciones a un jefe que desconfía de ella, perdiendo el tren.
Pregunté a N qué libro era. Casualmente, se trataba de un ejemplar de El Arte Judío.

 
hit tracker